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sábado, 28 de julio de 2018

Bahía de Gibara



Leer además: Colón y Gibara
Procedente de Bariay, adonde había llegado el día anterior, Cristóbal Colón llegó a la que posteriormente se conoció como Bahía de Gibara el lunes 29 de octubre de 1492 después del mediodía, por lo que fue un martes cuando llegó, porque entonces los días se comenzaban a contar a partir de las seis de la mañana.

Bahía de Gibara.

En su trayecto hacia Gibara, el Almirante, que confundió las pequeñas bahías de la zona con ríos, nombró a Jururú, Río de Lunes, porque un lunes cuando la vio por primera vez, (pero que en las traducciones del diario colombino se dice Río de Luna), y a Gibara la nombró Río de Martes, (y por la misma causa de la mala traducción de las anotaciones de Colón todavía hoy muchos le llaman Río de Mares).

El nuevo lugar al que llegaba el Gran Almirante, a diferencia de Bariay, tenía poblados aborígenes más grandes y mejor organizados, y en las casas, que sus habitantes abandonaron en estampida cuando vieron las que para ellos eran enormes embarcaciones manejadas por hombres de piel pálida, quedaron redes, anzuelos de diversos tamaños y formas, gran número de utensilios domésticos e instrumentos de trabajo, ídolos fabricados de distintos tipos de materiales y enigmáticos perros que no ladraban.

Al día siguiente los “descubridores” levantaron anclas y navegaron al oeste, pero el mal tiempo los hizo retornar nuevamente a Río de Martes donde permanecieron por varios días. Entonces sí que los europeos pudieron hacer contacto con los pobladores. Se cree que fue entonces cuando por primera vez los acompañantes del Almirante y probablemente él mismo, tuvieron contacto con mujeres aborígenes. Y sí ello ocurrió posiblemente Colón lo anotó en su diario, pero esas hojas del diario jamás han aparecido porque, posiblemente algún cura, las arrancó. Es a eso a lo que se le conoce como “el misterio del Almirante”.

Río de Martes o Mares, o mejor, Gibara, en territorio de Maniabón, es la primera bahía al noroeste de la actual provincia de Holguín. Esta posee  forma de concha y una superficie de 5,5 km². Su entrada está orientada al Norte y custodiada por dos puntas: Fernando en la margen occidental y Peregrina al Este; entre ambas queda un espacio de 1 270 metros.
Punta Peregrina, Gibara
Es punta Peregrina un saliente de costa bajo, rocoso y acantilado. Detrás de la roca se ha formado una estrecha franja de arena rodeada de espesa vegetación que desciende con brusquedad al oeste y tiene una suave pendiente al este. Todo el tramo costero que comienza en punta Peregrina posee condiciones naturales para que se desarrollen en abundancia especies de crustáceos, entre ellos los cangrejos y el camarón: es eso lo que le ha propiciado al pueblo de Gibara que se conozca en toda Cuba como la Villa de los Cangrejos.

Como tantas otras parecidas, la de Gibara es una bahía que tiene forma de bolsa. Esas, todas, se originaron al quedar inundados por las aguas del mar los valles fluviales costeros durante la invasión oceánica del Flandriense[1].

El litoral Este y Oeste de la bahía, distantes ambos extremos en 1 839 metros, es alto, rocoso y con acantilados. Por su parte la porción meridional o Sur está constituida por terrenos bajos y arenosos, cubiertos de manglares, por donde desembocan los ríos Cacoyugüín y Gibara. Ambas corriente fluviales han transportado gran volumen de sedimentos terrígenos y los han re-depositado en el fondo de la bahía haciéndola mucho menos profunda de lo que era naturalmente. Hoy la profundidad promedio es de 1,80 metros. Es ese el motivo por el que no pueden llegar hasta Gibara embarcaciones de grandes tonelajes.

En su interior la bahía es amplia, llegando a alcanzar 3 500 metros. Y las caídas de las pendientes del fondo marino son muy peculiares: suave en dirección sur-norte y con brusquedad de este a oeste. El fondo es fangoso y duro.

Al suroeste sobresale un peñasco de 7 metros de elevación.

El canal de entrada de la bahía posee 2,6 metros de profundidad y en Punta Fernando llega a tener entre 7 y 10 metros de fondo. Desde la entrada del canal hasta el extremo de la desembocadura del río Gibara es de 2 350 metros.

Los trenes de olas que vienen del canal viejo de Las Bahamas provocan corrientes débiles en el canal de entrada y leves marejadas en el interior de la bahía; su amplitud media es de 0,55 metros a las 7.52 de la mañana. Sus picos alcanzan los 0,8 metros.


Dentro de la bahía hay caletas pequeñas con playitas como las que se ubican en la margen occidental y que se conocen actualmente con los nombres: Bayado y del INIT (Instituto Nacional de la Industria Turística, antigua empresa que se dedicaba al desarrollo del turismo y la recreación del pueblo antes del surgimiento del actual Ministerio del Turismo, MINTUR). En la porción oriental son las más conocidas las nombradas playa Blanca y San Antonio, esta última se ha convertido en varadero natural de las goletas durante su reparación y mantenimiento por una berma de playa suave que posee.

A la entrada de la bahía crecen algunas casuarinas, que son una especie de pinos y también cocoteros. Esos demarcan las antiguas murallas del fuerte colonial Fernando VII, que es la construcción originaria del pueblo ubicada en una punta de igual nombre. A propósito, cuando Cristóbal Colón llegó a Gibara escribió en su diario que era ese un lugar apropiado para erigir una fortaleza.

Como anfiteatro de la bahía se eleva la loma de la Vigía, llamada así porque en su cima se ubicaban los que vigilaban la posible llegada de barcos corsarios. Las laderas suaves de esa elevación bajan hasta las terrazas marinas emergidas donde surgió el centro histórico del pueblo. Actualmente, cuando Gibara ha tenido desarrollo urbanístico, el pueblo ha ido subiendo los 42 metros de altura de la Vigía.

Colgadizos o nichos de marea, Gibara
En la porción occidental de la bahía, a solo 165 metros de la costa, se encuentran los hermosos colgadizos, que son soportes de la segunda terraza marina emergida que hoy tiene 3,40 metros de altura y que en tiempos pretéritos, cuando el nivel marino se encontraba varios metros por encima del actual, fueron zonas de bate bate de las olas. Este acantilado posee 4,60 metros de altura y el nicho tiene un promedio de 1,60 metros entre el piso y el techo.

Desde la bahía y actual pueblo de Gibara (que cumplió recientemente 200 años de fundado), se distinguen, azuladas por las distancias, la sierra de Cupeicillo y el cerro de Yabazón, éste último a 16 kilómetros al suroeste de punta Fernando. En la porción sur de la bahía se localizan las elevaciones del cerro Colorado, que dista de Yabazón solo 2 kilómetros al oriente.

Pero sin menospreciar las anteriores mencionadas, es la más singular elevación de las inmediaciones de la bahía, la Silla de Gibara, a 11 km de punta Peregrina. Esa elevación muy hermosa tiene su cumbre en forma de cono truncado lo que le da un gran parecido a una silla para montar a caballo.
La Silla de Gibara vista desde la bahía de Gibara




[1] Ocurrió hace unos 10 000 años, aproximadamente. Entonces terminó la última glaciación y las aguas oceánicas subieron sus niveles. Muchas zonas que habían estado comunicadas por tierra dejaron de estarlo; tal es el caso de América a través del paso de Beringia; de las Islas Británicas, a través del Canal de la Mancha, o Australia, a través de Indonesia. Asimismo las zonas fluviales de muchos ríos actuales se inundaron dando nacimiento a las bahías de bolsa, la de Gibara es una de ellas.

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