Pueblo
del municipio de Cueto, HOLGUÍN. (Llanura del Cauto, a 70.0 metros de altitud y
a 24,0 kilómetros al Sur de la cabecera municipal). Ubicado en los 20° 30’ 30’’
de latitud Norte y los 75° 57’ 19’’ de longitud Oeste. 2 133 habitantes y 666
viviendas en 2002. Población estimada en 2008: 2 063 habitantes que se dedican,
preferentemente, a labores agropecuarias. (En la zona se produce,
fundamentalmente, caña de azúcar). Temperatura media anual: 24,5 °C.
Precipitación media anual: 1 200 milímetros.
Historia: Su génesis se remonta a
principios del siglo XX cuando se construyó el ramal ferroviario Alto
Cedro-Antilla (1905), entonces Alto Cedro se convirtió en un nudo importante de
transporte que dio lugar al asentamiento cada vez más habitado por el trasiego
de pasajeros.
En noviembre de 1958 las tropas del II
Frente Oriental del Ejército Rebelde, comandadas por el capitán Abelardo Colomé
Ibarra (Furry) combatieron en la zona durante una semana. Se destacó
especialmente uno de los naturales del pueblo, Manuel S. Alonso Hechavarría,
nacido el 20 de enero de 1930. El combatiente fue alcanzado por los disparos de
una avioneta del Ejército batistiano y murió.
Antes de 1963 Alto Cedro perteneció al
término municipal de Palma Soriano y posteriormente al municipio de Mangos de
Baraguá.
Desde 1976, cuando se promulgó la
nueva división político administrativa, forma parte del municipio Cueto.
Se enlaza con Cueto y Holguín por
carretera y ferrocarril.
Gentilicio: altocedrense.
Este lugar se hizo universalmente
famoso con el son de Compay Segundo, el Chan Chan.
Estación ferroviaria de Alto Cedro |
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Alto Cedro, Cueto, Marcané y el Chan Chan
Por: Aroldo García Fombellida
Si es por vía férrea por la que se transita y se pasa por Alto Cedro, Marcané y Cueto entonces el viajero (o el lector) rememorará una suerte de son sentimental, considerada la más famosa y trascendental de entre más de 100 que creó su autor, Francisco Repilado, o sencillamente Compay Segundo.
Se trata del célebre “Chan Chán”, hermosa melodía de solo cuatro notas que en su texto narra con extraordinaria sencillez la historia de Juanica y Chan Chán, una pareja de enamorados que estaban construyendo su casita, e iban al mar a buscar arena. El recogía y echaba en el jibe de Juanica, y ella cernía la arena mientras contoneaba su cuerpo, ruborizando a su enamorado. Por cierto dicen que alguna vez Compay Segundo aseguró que el origen de tan hermosa pieza se remontaba a una canción aprendida cuando apenas contaba 12 años de edad.
Nada tiene que ver el de Compay Segundo con aquel Chan Chán del idioma chimú que quiere decir “sol esplendoroso” o “sol refulgente”, y mucho menos con la ciudad precolombina de igual nombre que fue construida toda de adobe por los Chimú, en la costa norte peruana.
Con lo que sí tiene que ver éste criollo Chan Chan es con la onomatopeya que percibe todo el que en Cuba tenga la ocasión de viajar en los conocidos “trenes lecheros” que corren por las vías interiores del país, y así denominados por sus mil y una paradas, en los bateyes, poblados, y apeaderos, no siempre para recoger o dejar algún recipiente con leche, pero alguna vez sí, sobre todo años atrás, cuando el ferrocarril resultaba único enlace posible.
Ese acompasado paso de los tales trenes hace sentir al viajero en sus asientos un cíclico “chan chán” que se produce cada vez que las metálicas ruedas de los vagones pasan las imprescindibles uniones de los denominados “campos” o tramos de raíles.
Hecha la presunta disección a los supuestos y posibles orígenes del nombre con que el cantautor llamó a su son, sigamos a bordo del tren “lechero”. Como "Compay” era santiaguero, lo más probable es que el estribillo, por demás tremendamente pegajoso y cantado lo mismo en español, chino o francés, le surgiera en alguna expedición ferroviaria por estas tierras orientales durante su juventud, época bien lejana a los veloces automóviles, ómnibus o aviones de los tiempos actuales. Vayamos, por tanto, a lo literalmente real.
Para quien aborde un tren en la Estación central ferroviaria de Santiago de Cuba, después de pasar San Luis se detendrá, obligatoriamente, en la estación de Alto Cedro, donde existe un “nudo ferroviario” de la línea nacional que enlaza los ramales hacia Antilla y Cueto.
Era Alto Cedro un barrio de Palma Soriano fundado en 1903, debido al auge que trajo la construcción del ferrocarril central cubano, pero actualmente es un pintoresco Consejo Popular de la Provincia de Holguín.
De Alto Cedro y rumbo a Cueto, se llega a Marcané, batey del central azucarero Loynaz Hechevarría, así nombrado como homenaje a un joven revolucionario asesinado cerca del lugar, durante las tristemente célebres “Pascuas sangrientas” ejecutadas los días finales de 1957 por sanguinarios asesinos pertenecientes al tirano Fulgencio Batista.
Hurgando en viejos libros de historia se devela el origen de la denominación Marcané, y de paso, también la de Cueto. Sus más cercanas referencias aparecen con la fundación de nuevos poblados, generalmente vinculados a los nacientes ingenios azucareros.
Era la zona de Marcané propiedad de un hacendado criollo, el Conde Andrés Duanys; pero en 1913 le disputaban sus propiedades la Nipe Bay Company. El Conde nombró sus abogados a Antolín de Cueto y Luis Fernández de Marcané. Y tan hábiles fueron los letrados que en su honor, Duanys nombró Marcané una porción de sus terrenos y Cueto a otra parte.
Luego de la disquisición histórica y ya de nuevo a bordo del Chan Chán,… digo, del tren lechero,… digo, de la inspiración autoral para el estribillo que nos ocupa, tardarán apenas unos pocos minutos para que el silbato del conductor, el ajetreo de pasajeros y los verdes cañaverales que terminan, dando paso a las primeras hileras de viviendas, casi junto a la vía de hierro, sean en conjunto, el inequívoco anuncio del regreso a la semilla, o sea, del arribo, por tren, a Cueto.
Y es ahí, en ese preciso punto de confluencias de vías, que el estribillo también se bifurca, y así, Compay Segundo decide bajar del legendario Chan Chán y, guitarra en mano, seguir ahora, auxiliado por alguna "máquina" o automóvil hacia la siempre acogedora Ciudad de Mayarí, quién sabe a cumplir cuál encomienda.
Por cierto, junto al andén de la terminal ferroviaria de Cueto un escultor contemporáneo creó un conjunto hermoso que incluye una estatua a tamaño natural del legendario e inolvidable sonero, con el deseo de que en la piedra quedara la historia que aquí le hemos narrado.
Y, finalmente, para que usted no se vaya a quedar con los deseos, aquí les dejo la letra completa del Chan Chán, y si quiere ensayarla junto al autor, también le dejo la grabación.
De Alto Cedro Voy para Marcané
Llego a Cueto y voy para Mayarí
El cariño que te tengo
Yo no lo puedo negar
Se me sale la babita
Yo no lo puedo evitar.
Cuando Juanica y Chan Chán
En el mar cernían arena
Y como sacudía el ¨jibe
A Chan Chán le daba pena
Limpia el camino de pajas
Que yo me quiero sentar
En aquel tronco que veo
Y así no puedo llegar
De Alto Cedro voy para Marcané
Llego a Cueto, y voy para Mayarí
apenas hoy leo este texto, muy cubano, muy literario. Gracias por la información!
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