Por: César Hidalgo Torres
Las
cuevas[1]
más abundantes de la zona se han formado por el paso a través de las rocas de
las aguas subterráneas. Por lo general no poseen espeleotemas, esto es,
estalactitas y estalagmitas y sus fondos se hallan ocupados por tierra que
hasta allí han arrastrado las corrientes o por la disolución de las pequeñas
piedras que las han habitado por siglos.
Otras,
las más grandes, hacen contacto con las aguas subterráneas y por tanto en sus
fondos se encuentran lagos hipogeos, que es lo mismo que “tumba de las aguas”.
En la actualidad existen espeluncas de este tipo que comienzan a 120 metros de
altura y llegan hasta más abajo del nivel del mar, en ellas sí que se
encuentran formaciones secundarias en las rocas. Por su belleza menciona LA
ALDEA la cueva del Agua y la cueva de la Fuente, ambas en la sierra de
Candelaria.
Igual
existen allí cavernas que hoy están inundadas pero que en largos periodos
geológicos estuvieron secas, se volvieron a llenar, volvieron a quedar sin
agua, se llenaron otra vez... La singularidad de esas es que mientras
estuvieron secas las antiguas estalactitas y estalagmitas se cubrieron de
costras de cristales de calcita, y al paso de largos periodos de tiempo,
después de estar llenas de agua, se secaron nuevamente y sobre las formaciones viejas
se formaron otras costras nuevas, y así por los siglos de los siglos, llegando
hasta hoy tesoros naturales de una belleza inaudita; ejemplos de lo anterior se
encuentran en la cueva de los Helechos (sierra de Candelaria) y la cueva los
Tres Hermanos (sierra de Cupeicillo), entre otras.
Existen
en la zona otro tipo de cuevas que se formaron por la acción erosiva de las
aguas del mar. Se sabe que el mar ha tenido diferentes niveles a lo largo de
los diversos periodos geológicos, por tanto lo que ahora son sierras cercanas a
la costa estuvieron alguna vez bajo el agua, y durante ese tiempo las olas del
mar abrieron espeluncas entre las rocas. Este fenómeno se puede observar de
manera muy clara en la vertiente norte de la sierra de Cupeicillo donde hay
varias cavidades de ese tipo a las que hoy se les conoce como nichos de mareas
fósiles.
Es
otra característica de las sierritas gibareñas que por la porosidad de las
rocas que la conforman, que permite la infiltración de las aguas hacia el
subsuelo, no hay por allí río ninguno y el manto acuífero está, más o menos, a
la misma altura del nivel del mar. Asimismo se ha comprobado que las aguas
subterráneas de las sierras drenan hacia la bahía de Gibara con fluctuaciones
entre 1 y 5 litros por segundo, arrastrando con ellas importantes surgencias
cársicas que se depositan en los litorales.
Partiendo
de las sierras de Cupeicillo y Candelaria y siguiendo dirección hacia el sur,
se extiende una llanura ondulada con numerosas colinas bajas de laderas
suavesconstituida por rocas serpentinitas que los geólogos aseguran que son de
tiempos del cretácico inferior. Y sobre esa piedra dura crecen, como si
hubieran sido sembrados allí por caprichosas fuerzas de mucho poder, unos
enigmáticos y solitarios cerros calizos que parecen islas dentro del paisaje.
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Ahora nos ocupamos de los cerros y otras elevaciones de Maniabón y después de la extensa llanura. (Leer más)
[1] Una cueva
o caverna es una cavidad natural del terreno causada por algún tipo de erosión
de corrientes de agua, hielo o lava, o menos común, una combinación de varios
de estos factores. En el más común de los casos, las cuevas se forman por la
disolución de la roca caliza por parte del agua ligeramente ácida.
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